Contenido de la semana:
Jesús vino al mundo no solo para traer salvación, sino para restaurar completamente la vida del ser humano. A través de su sacrificio, nos dio acceso a dones espirituales que siguen vigentes hoy y son una expresión de su amor y poder.
La sanidad es un regalo que Jesús pagó en la cruz, así como la gracia y la salvación. No es un concepto simbólico ni algo reservado para tiempos pasados; es una manifestación real del poder de Dios. La Biblia declara que "por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5), dejando en claro que la sanidad es parte del pacto que Cristo selló con su sangre. Los evangelios nos muestran cómo Jesús sanó a los enfermos, liberó a los oprimidos y restauró vidas, demostrando que la voluntad de Dios es restaurar lo que está dañado. "Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (Mateo 9:35).
Su poder sigue obrando hoy, y la sanidad es accesible para quienes creen y reciben por fe. Juan Wesley, en los avivamientos metodistas, reconoció la realidad de la sanidad divina y la entendió como una manifestación del poder de Dios, pero siempre enfatizó que la verdadera transformación debe ir más allá de un milagro físico, llevándonos a una vida de santidad y entrega a Cristo.
Otro don que edifica a los creyentes es el hablar en lenguas, un lenguaje espiritual que Dios da para fortalecer el espíritu. "El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica" (1 Corintios 14:4), mostrando que esta manifestación no es para la exaltación personal, sino para una relación más profunda con Dios. Desde Pentecostés, este don ha sido una evidencia del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Jesús prometió que "estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas" (Marcos 16:17), dejando claro que es una herramienta espiritual vigente. No debe ser usado como exhibición ni causar confusión, sino ejercido con orden y reverencia según la enseñanza bíblica. Wesley no rechazó este don, pero insistía en que toda manifestación debía estar alineada con la Palabra de Dios, evitando emocionalismos que no provinieran del Espíritu Santo y asegurando que todo produjera frutos verdaderos en la vida del creyente.
La profecía es otro don esencial en la iglesia, no solo como anuncio de eventos futuros, sino como un medio para revelar el corazón de Dios. "Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis" (1 Corintios 14:1), mostrando que la profecía es clave para la edificación del cuerpo de Cristo. Aunque las profecías pueden aplicar a contextos actuales, deben ser coherentes con la Escritura y promover todo lo que Jesús hizo en la tierra. "No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:20-21), recordándonos que deben ser juzgadas a la luz de la Palabra. Una profecía auténtica nunca causará confusión ni contradicción con la Biblia, sino que edificará la iglesia y fortalecerá la fe. Wesley aceptaba el don de profecía, pero con prudencia, asegurando que cada palabra fuera probada con la Escritura y sus frutos. Para él, la verdadera profecía llevaba a una vida de santidad y obediencia a Dios, porque el mayor milagro no es una manifestación sobrenatural, sino la transformación de un corazón entregado a Cristo.
¿Qué es Wesley Hoy?
La vida cristiana es un viaje, y Juan Wesley es un excelente guía. Tiene una visión clara y relevante para el mundo de hoy.
Ve el mundo con los ojos de Wesley y comienza a caminar mejor.
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¿Por qué Wesley Hoy?
El movimiento wesleyano del siglo XVIII ha sido el más extensivo y exitoso de toda la historia del cristianismo, salvo la explosión inicial del Pentecostés. La expansíon de una pequeña reunión de jóvenes universitarios, a una red de iglesias que cubre el planeta, solo puede ser obra del Espíritu Santo.
Las marcas de este movimiento son claras. Son la unión de cosas que muchos intentan separar. Amor a Dios y amor al prójimo. Oración y servicio. Evangelización y teología. Perdón eterno y poder presente. A base de estas marcas, el movimiento wesleyano creció y sigue creciendo. Una lluvia que refresca a los cansados, un fuego que quema la paja estéril, y un reloj despertador para los sonámbulos.
Este gran legado, presente en incontables iglesias en las Américas y España, necesita ser nutrido. Necesita conectarse con los escritos de su fundador. La gran familia vive en el mundo de hoy, y su fundador tiene mucho que compartir aún. Por eso, Wesley Hoy.